domingo, 27 de enero de 2008

SPLUNGE

Este otro enlace es para dos amiguetes del sector (del sector del vídeo, no del mío). Me ha hecho gracia y ya no me acordaba del Splunge, de los actores sí, que ahora andan cada uno por un lado (aunque casi todos concentrados en la Sexta). Hay otros dos muy buenos, el de la panadería y el de informática... estoy ocioso, qué le voy a hacer.

Salud.

EL OTRO LADO DE LA VENTANA

Curioseando por ahí he encontrado esta interesante página, por cierto, con música de Amelie (entre otras), y me he acordado de que algún que otro lector de, este, mi humilde blog, tiene afición por la fotografía. Por si no la conoceis, aquí os dejo el link: El otro lado de la ventana.

Salud.

UNA DE POLÍTICA MUNDIAL, CON PERDÓN...

Soy una de esas personas que desoye la antipática frase tan extendida hoy día y que viene a decir que uno sólo no puede salvar el mundo.

Quizá mi menda habite en los mundos "teletúbicos", pero bien pensado, no me importa en absoluto creer que un grano de arena unido a otro, y a otro, y a otro más, y así sucesivamente, hacen efectiva esa otra frase, más de mi agrado, cuyo argumento aproximado trata de construir una gran playa.

No soy más solidario que nadie, debo reconocer que, en muchas ocasiones, mandaría todo a la mierda directamente cuando leo que tal o cual ONG ha hecho esto o aquello, hablando de fraudes, claro está. Me planteo que si salen esas puntas de iceberg (las cuales, dicho sea de paso, son olvidadas por todos al día siguiente), ¿qué no habrá oculto en el resto del hielo?.

Siempre he sido de la opinión de que el mundo se muere de hambre por culpa de cuatro hijos de puta que no tienen bastante con comer marisco una vez a la semana, por decir algo. No tienen bastante con nada, siempre quieren más, quieren poder, quieren jugar al monopoly con el globo terráqueo y nosotros somos una especie de tamagochis movidos y alimentados a su antojo. Lo único que les falta por conseguir (o eso quiero creer, que no lo han conseguido) es dominar los desastres naturales para enviar aquí un huracán y allá una inundación, pues hay mucha población y, por consiguiente, mucho paro y pocos recursos...

Estoy convencido, aunque parezca una herejía lo que voy a decir, de que no se cura el cáncer porque no interesa hacerlo. Una gran parte del presupuesto va destinado a fines bélicos, defensivos dicen, pero, en conclusión, para matar. ¿No es contradictorio que destinen también otra gran parte a la investigación para la curación de enfermedades? Por un lado nos matan y por otro nos quieren hacer creer que nos están ayudando a curarnos.

Y ¿qué coño pasa con esas energías que no contaminan y que sólo cuatro inconscientes (o valientes) utilizan? ¿Por qué no se potencian con abaratamientos de instalación, facilidad de mantenimiento y publicidad hasta hartarnos? Porque no interesa, está claro. Por poner un ejemplo, más de la mitad de España (hay más países en las mismas condiciones) podría haber instalado energía solar en sus casas, pero claro, después nadie podría facturar el sol, ese es el problema. Hecha la ley, hecha la trampa, visto lo visto, ya aplicarán alguna especie de canon para sacar beneficio del Astro Rey. Ya sé que se está imponiendo en edificios de nueva construcción la obligación de instalar placas solares generales, además de las energías habituales, ¿no creeis que es otra fuente de ingresos más? ¿no creeis que se podría utilizar únicamente la energía solar o de otro tipo?

Bueno, estoy mosca, es verdad. Me ha venido a la cabeza un día de verano, de hace unos diez años, que estuve por Orihuela y lo único que recuerdo es el olor nauseabundo que había en los alrededores del río. Si no lo han solucionado, no quiero ni pensar lo que habrá ahora.

Me apena pensar que vuestros hijos (yo no tengo), van a recibir de nuestras manos un mundo gris, marrón e interesado (volvemos a la edad media), y quizá vuestros nietos el único verde que conozcan sea el de las acuarelas. Y la culpa de todo la tenemos todos, pero más, mucho más, esos cuatro a los que hacía mención casi al principio de mi histeria escrita y que no son, precisamente, una marca de equipamiento informático (HP).

Salud.

sábado, 19 de enero de 2008

"NO ME LLAMES DOLORES, LLÁMAME LOLA..."



Hospital de Torrevieja.


Miércoles, 9:15 a.m.


No hay sitio en el aparcamiento principal. Dos, tres... siete vueltas y nada. Mi moral me impide ocupar una plaza de minusválidos que siempre está vacía y opto por ir al quinto infierno a dejar el coche.

Llueve a mares y, como en todos los centros públicos estatales, el bienestar del usuario, que es quien paga, es en lo último en lo que piensan las mentes brillantes encargadas del diseño y financiación del edificio en cuestión. Los médicos tienen sus plazas de parking junto a la cafetería, el kiosco, cerca de una entrada al hospital y bajo techo, no se me vayan a constipar y a ver quién los cura después, angelets... El resto del personal sanitario y demás no sé dónde aparca, ni me importa. Supongo que será cuestión de antigüedad, o lo que es más probable, de enchufe directo.


En la entrada a consultas externas echo en falta un felpudo o s.s.p. (servicio de secado de pies), a fin de evitar esas desagradables huellas de agua sucia, rebosantes de bacterias (o lo que sea, pero se mueven), y que delatan mi recorrido.

Entro en el ascensor y me dirijo a la primera planta. Busco "urología". No veo nada, y no entiendo para qué sirven los números y letras que veo en las pantallas que pueblan la híper-sala de espera. Al menos no huele a humanidad.

Mi cara de despiste me delata y la señora que tengo al lado me dice:

-"Nene, ¿qué pasa que no sabes dónde tienes que ir?"... (¡¡Jod-der!! ¿Tanto se nota?)...

-"¡Ah!, pues es que no sé cuándo tengo que entrar ni la puerta..." (no le quiero decir a qué consulta voy, claro)

-"¿A ver?"-me dice señalando el informe que llevo de mi médico de cabecera.

-"No, no se preocupe. Ya voy a una enfermera y le pregunto".

Me levanto y me dirijo a la primera bata blanca que veo, la cual me mira (la enfermera, no la bata) con cara de "otro-tocapelotas-despistao-de-los-c...". Después de indicarme que me siente, que ya me llamarán por megafonía, empiezo a agudizar el oído, pues no hay dios que entienda lo que dicen: "...S..SANA G..MENEZ S..TOS, ¡¡kjjg!!, P..TA ¡¡kjjg!! ...TAYSIETE". No, no soy yo. Espero a la próxima psicofonía a ver si distingo algo.

Entretanto sale otra bata blanca dirigiéndose a la sección de sordos profundos y, a grito hiriente que te cagas, llama: "¡¡PETER ESMIL...!! ¡¡ESMILTA...!! ¡¡ESMIZTENSON!!. ¡¡¡PETER ESMIZTENSON!!!". Busca con la mirada entre los muchos desesperados que desean ser los elegidos, pero no está el tío.

Cansado de esperar sin hacer nada, salvo ver una y otra vez el documental de Venecia que te ponen vuelta y vuelta en la pantalla colgada en la sala de espera que ya hasta creo firmemente haber estado en esa ciudad en persona, me decido a ir a la máquina de agua a sacarme una ídem (¿esto tampoco se acentúa Sr. Lunes?).


A medio camino escucho mi nombre dicho por la misma enfermera de voz desgarrada de antes. Al dar media vuelta de golpe, me estampo contra un alemán tipo armario 2x2 que me mira como si tuviera ante sí una cucaracha a punto de ser pisada, y dice algo en su idioma que no acierto a entender, pero me lo imagino. Como uno es educado, le pido disculpas ("shúldigun", le dije, si no es así es parecido, lo he visto en las películas de V.O. en la 2), y prosigo mi camino en dirección a la enfermera, levantando mi mano derecha para indicarle que soy yo a quién llama. Me dice que le siga y me lleva a una de las consultas de urología.

Estoy un poco nervioso, no sé si podré explicarle al médico exactamente lo que me pasa, este tipo de consultas no me gustan. Nada más entrar, veo al doctor sentado frente al ordenador, me saluda de manera cordial y me pide que me desnude de cintura para abajo.

A mi derecha habían dos enfermeras con un bloc de notas y un bolígrafo cada una, sonriéndome. Empecé a sudar como no lo he hecho nunca en mi vida, más que el día de la depilación. Tragué saliva hasta el punto de hacer un ruido ridículo que me puso aún más nervioso. El urólogo, que estaba en todo el hombre, me dijo que me relajara, que aquellas dos señoritas sólo iban a tomar nota de la exploración, pues eran estudiantes de medicina y hacían sus prácticas...

¡¡Joder!! Iban a practicar con mi pito, a lo mejor era el primero que veían... ¡¡¡pero qué idiota!!!, si ya tenían una edad... ¡¡coño!! ¡¡¡peor!!! Se lo contarían a las amigas ¡¡joder, joder, joder!! ¿¿Y si me las encuentro por la calle??...

De repente las tías se pusieron a cantar: "No me llames Dolores, llámame Lolaaaaaa..."

Se me nubló la vista de la impresión y caí redondo al suelo golpeando, en el trayecto, mi cabeza contra la camilla y...

Lo siguiente que recuerdo es a Rosa dándome tortas (con ganas) y diciéndome: "¡¡Despierta, despierta!!, ¿qué te pasa? ¡¡Estás sudando!!. ¡¡Vaya susto me has dao, joder!!. ¡¡No parabas de moverte y de decir tacos!!..."

Sí, fue un mal sueño, aunque con sentido, pues ir hoy en día a la Seguridad Social es una verdadera pesadilla.

Y no, no sé a qué iba yo al urólogo, pero me tiene intrigado. Podría resultar ser una preocupación producida por mi subconsciente... o un mal presagio... ¡¡Jod-der!! ¡¡Ya tengo tema pa darle vueltas!!...

(Absténganse los graciosillos, no estoy de humor)...

Salud.

viernes, 4 de enero de 2008

Y AHORA... LOS REYES.

Por aquí estamos, con una grave preocupación. ¿Qué vamos a poner en Reyes si todos los méritos se los llevó Papá Noel? Con el cuento de que así hay más días para disfrutar los regalos, el tipo de rojo está desbancando, desde hace tiempo ya, a los tres magos, y nuestros bolsillos se resienten con la doble celebración.

Lo anterior es una breve introducción sobre lo que llevamos en mente muchos españoles durante estos días. Pero, ¿hemos pensado en esos bultos que vemos bajo un puñado de mantas y cartones, bien dentro de un coche viejo, bien en plena calle? Seguramente sí.

Si os soy sincero, a mí se me olvidan a menudo, mi memoria se empaña con las luces, los villancicos, los regalos, los turrones, etc. y cuando soy consciente de que existen, me siento egoista, no lo puedo evitar.

Ayer, un tipo en el parque me abordó. Me pidió unas monedas para llamar a su madre en Alemania, y hacía especial incapié en que no eran para vino. El hombre, que parecía alemán por el acento, no recordó que otras tres veces me pidió para lo mismo, y no sé por qué decía lo del vino, cuando nunca las anteriores veces yo le dije nada al respecto.

En ese momento, le dí las monedas y seguí mi camino, pero, como siempre me pasa, empecé a darle vueltas al tema. ¿Cómo habría llegado hasta esa situación? ¿Tendría frío por las noches? ¿Cómo hacía para conseguir alimento a diario? ¿Y su familia, dónde la tendría, si es que la tenía? y ¡¡vaya mierda de Navidad que estaba pasando el pobre!!, bueno, en realidad, ¡¡vaya mierda de mes o de año, no sólo de Navidad!! o a lo mejor no, a lo mejor así se siente libre, sin ataduras... (esto último creo que es autodefensa de mi mente para hacerme sentir mejor).

Normalmente estoy sintiéndome mal durante varios días con este tema, hasta que las luces, etc. vuelven a empañar mi memoria. Y me da rabia que esto ocurra, pues pienso que yo también soy vulnerable a la inconstancia de la vida. En cualquier momento me podría ver en esa misma situación y rodeado de memorias empañadas, que es lo peor.

Salud.

miércoles, 2 de enero de 2008

¡¡NAVIDAAAA, NAVIDAAAAAA... LILO,LILO,LAAAAA...!!!!

Feliz 2008 a todos. Daros todas por besadas y todos por abrazados con palmadica en la paletilla. Ale, a disfrutar todo lo que se pueda o más.

Salud.