Hace unos días estuve de "marcha" (ya no se dice así). De vez en cuando nos juntamos en soltería imaginaria, cenamos y tomamos unas copas después. Está bien, de vez en cuando, hacer una salida con los amigos para ver cómo está el mundo nocturno (mi Rosa lo lleva bien... porque ella también lo hace) y hablar de lo que hablamos los tíos cuando no estamos con nuestra pareja.
En ocasiones anteriores, la cosa fue muy sosegada: cenita, buena tertulia después y una copa en el pub de turno sosteniendo la barra, moviendo el pie derecho, y en ocasiones el culico, a ritmo de "Reina del Caribe", tal y como hacíamos en nuestros tiempos mozos. Pero esa noche el personal quería fiesta y decidimos acudir a la zona de baile y ligoteo (que tampoco se dice así ahora).
¡¡Yo no sé pa qué fuí, la verdad!! Me encontraba como un pez fuera del agua, me faltaba el aire, el espacio, el oído, la vista, no era yo... bueno, no sabía si era yo o era una partícula de polvo movida por montones de cuerpos con olor a humanidad moviéndome de un lado a otro. Las tías, para cruzar ese mar de zombies al son de un ¡chunda! ¡chunda! que yo no entiendo, se cogen de la mano y no pasa nada, hasta resulta erótico, pero dime tú si hago yo manitas con uno de mis colegas, sólo para ir hasta la barra, si no me dan de hostias los skins que habían por allí...
Por fin llegamos, yo mareado, eso sí. Me pedí un gin tonic para no desentonar, pero lo que realmente me apetecía era un vaso de agua con un chorrico de vino, como me daba mi madre de pequeño para los sustos.
Decidí que no iba a fastidiar la noche al personal, así que aguanté como pude con la mejor de mis sonrisas, o eso creía yo, pues mis amigos no paraban de decirme: "¿Te encuentras bien? Tienes una expresión un poco rara". Yo: "Sí, sí, no preocuparos, esto mola ¿eh?". Dicho esto todavía me miraban más extrañados...
No sé cuánto tiempo pasó, no tenía fuerzas ni para mirar el reloj, pero se hizo la luz cuando uno de ellos propuso cambiar de sitio... y allá fuimos.
¡¡Yo no sé pa qué fuí, la verdad!! Me encontraba como un pez fuera del agua, me faltaba el aire, el espacio, el oído, la vista, no era yo... bueno, no sabía si era yo o era una partícula de polvo movida por montones de cuerpos con olor a humanidad moviéndome de un lado a otro. Las tías, para cruzar ese mar de zombies al son de un ¡chunda! ¡chunda! que yo no entiendo, se cogen de la mano y no pasa nada, hasta resulta erótico, pero dime tú si hago yo manitas con uno de mis colegas, sólo para ir hasta la barra, si no me dan de hostias los skins que habían por allí...
Por fin llegamos, yo mareado, eso sí. Me pedí un gin tonic para no desentonar, pero lo que realmente me apetecía era un vaso de agua con un chorrico de vino, como me daba mi madre de pequeño para los sustos.
Decidí que no iba a fastidiar la noche al personal, así que aguanté como pude con la mejor de mis sonrisas, o eso creía yo, pues mis amigos no paraban de decirme: "¿Te encuentras bien? Tienes una expresión un poco rara". Yo: "Sí, sí, no preocuparos, esto mola ¿eh?". Dicho esto todavía me miraban más extrañados...
No sé cuánto tiempo pasó, no tenía fuerzas ni para mirar el reloj, pero se hizo la luz cuando uno de ellos propuso cambiar de sitio... y allá fuimos.
Infeliz de mí, pensé que todo había acabado y que íbamos a cambiar los gritos en la oreja y la música tipo taladro mortal en el cerebro por algo más tranquilo, un cafetico con ruavieja, una charraíca con risas... ¡¡los cojones!! Me llevaron a la de al lado que era bastante peor...
Mi cuerpo no daba para más. En el segundo escalón les dije como excusa que "me kedaba en la puerta, ke había visto a un kolega ke estaba de segurata y me debía unas pelas (ahora euros) e iba a darle dos opciones, o me pagaba, o me pagaba, y si no, le partía la kara"... Los ojos de mis amigos se salían de sus órbitas ante mi forma de expresar, no podían creer lo que estaban oyendo de la boca de un tipo como yo, tranquilo, pacifista, partidario del diálogo antes que de los palos... Pero allí me quedé, solo, bueno, con el segurata de la puerta.
Mi cuerpo no daba para más. En el segundo escalón les dije como excusa que "me kedaba en la puerta, ke había visto a un kolega ke estaba de segurata y me debía unas pelas (ahora euros) e iba a darle dos opciones, o me pagaba, o me pagaba, y si no, le partía la kara"... Los ojos de mis amigos se salían de sus órbitas ante mi forma de expresar, no podían creer lo que estaban oyendo de la boca de un tipo como yo, tranquilo, pacifista, partidario del diálogo antes que de los palos... Pero allí me quedé, solo, bueno, con el segurata de la puerta.
Total que, casualidades de la vida, el tal segurata resultó ser un antiguo compañero de instituto y empezamos una animada conversación recordando viejos tiempos, eso sí, entre mirada y mirada a los que entraban y salían para que no se le colara nadie sospechoso... yo esto no lo he entendido nunca, ¿quién es sospechoso y quién no? Me acuerdo del violador de ancianas, el h. de p. tenía una pinta de lo más normal... Bueno, que me desvío del tema.
Pasó un rato (me pareció corto) y salieron mis amigos. Ellos que me vieron en plan magnánimo y haciendo aspavientos, pensaron que era verdad lo que dije a la entrada y se tiraron como locos a cogerme a mí y al segurata para evitar lo que pensaban que era una bronca. Después de forcejear con ellos e intentar decirles a grito limpio que soltaran al chaval, que se iba a liar, que tal y que cual, por fin, lo conseguí.
Nos tranquilizamos todos y se dieron toda clase de explicaciones, incluida la de que yo no soportaba el ambiente al que habíamos ido y estaba agobiado, pero que no les quería aguar la fiesta, a lo que ellos dijeron que tampoco les hacía, pero por cambiar... ¡joder! por cambiar nos podríamos haber subido al castillo y haber hecho puenting, o mejor dicho, castilling.
En fin, que hablando se entiende la gente, o eso dicen, porque a veces se lían más las cosas de darles y darles vueltas, y que hemos decidido no ir más a estos sitios de "marcha" porque, la verdad, los cuerpos están ya para otras cosas más tranquilas.
Salud.