sábado, 19 de enero de 2008

"NO ME LLAMES DOLORES, LLÁMAME LOLA..."



Hospital de Torrevieja.


Miércoles, 9:15 a.m.


No hay sitio en el aparcamiento principal. Dos, tres... siete vueltas y nada. Mi moral me impide ocupar una plaza de minusválidos que siempre está vacía y opto por ir al quinto infierno a dejar el coche.

Llueve a mares y, como en todos los centros públicos estatales, el bienestar del usuario, que es quien paga, es en lo último en lo que piensan las mentes brillantes encargadas del diseño y financiación del edificio en cuestión. Los médicos tienen sus plazas de parking junto a la cafetería, el kiosco, cerca de una entrada al hospital y bajo techo, no se me vayan a constipar y a ver quién los cura después, angelets... El resto del personal sanitario y demás no sé dónde aparca, ni me importa. Supongo que será cuestión de antigüedad, o lo que es más probable, de enchufe directo.


En la entrada a consultas externas echo en falta un felpudo o s.s.p. (servicio de secado de pies), a fin de evitar esas desagradables huellas de agua sucia, rebosantes de bacterias (o lo que sea, pero se mueven), y que delatan mi recorrido.

Entro en el ascensor y me dirijo a la primera planta. Busco "urología". No veo nada, y no entiendo para qué sirven los números y letras que veo en las pantallas que pueblan la híper-sala de espera. Al menos no huele a humanidad.

Mi cara de despiste me delata y la señora que tengo al lado me dice:

-"Nene, ¿qué pasa que no sabes dónde tienes que ir?"... (¡¡Jod-der!! ¿Tanto se nota?)...

-"¡Ah!, pues es que no sé cuándo tengo que entrar ni la puerta..." (no le quiero decir a qué consulta voy, claro)

-"¿A ver?"-me dice señalando el informe que llevo de mi médico de cabecera.

-"No, no se preocupe. Ya voy a una enfermera y le pregunto".

Me levanto y me dirijo a la primera bata blanca que veo, la cual me mira (la enfermera, no la bata) con cara de "otro-tocapelotas-despistao-de-los-c...". Después de indicarme que me siente, que ya me llamarán por megafonía, empiezo a agudizar el oído, pues no hay dios que entienda lo que dicen: "...S..SANA G..MENEZ S..TOS, ¡¡kjjg!!, P..TA ¡¡kjjg!! ...TAYSIETE". No, no soy yo. Espero a la próxima psicofonía a ver si distingo algo.

Entretanto sale otra bata blanca dirigiéndose a la sección de sordos profundos y, a grito hiriente que te cagas, llama: "¡¡PETER ESMIL...!! ¡¡ESMILTA...!! ¡¡ESMIZTENSON!!. ¡¡¡PETER ESMIZTENSON!!!". Busca con la mirada entre los muchos desesperados que desean ser los elegidos, pero no está el tío.

Cansado de esperar sin hacer nada, salvo ver una y otra vez el documental de Venecia que te ponen vuelta y vuelta en la pantalla colgada en la sala de espera que ya hasta creo firmemente haber estado en esa ciudad en persona, me decido a ir a la máquina de agua a sacarme una ídem (¿esto tampoco se acentúa Sr. Lunes?).


A medio camino escucho mi nombre dicho por la misma enfermera de voz desgarrada de antes. Al dar media vuelta de golpe, me estampo contra un alemán tipo armario 2x2 que me mira como si tuviera ante sí una cucaracha a punto de ser pisada, y dice algo en su idioma que no acierto a entender, pero me lo imagino. Como uno es educado, le pido disculpas ("shúldigun", le dije, si no es así es parecido, lo he visto en las películas de V.O. en la 2), y prosigo mi camino en dirección a la enfermera, levantando mi mano derecha para indicarle que soy yo a quién llama. Me dice que le siga y me lleva a una de las consultas de urología.

Estoy un poco nervioso, no sé si podré explicarle al médico exactamente lo que me pasa, este tipo de consultas no me gustan. Nada más entrar, veo al doctor sentado frente al ordenador, me saluda de manera cordial y me pide que me desnude de cintura para abajo.

A mi derecha habían dos enfermeras con un bloc de notas y un bolígrafo cada una, sonriéndome. Empecé a sudar como no lo he hecho nunca en mi vida, más que el día de la depilación. Tragué saliva hasta el punto de hacer un ruido ridículo que me puso aún más nervioso. El urólogo, que estaba en todo el hombre, me dijo que me relajara, que aquellas dos señoritas sólo iban a tomar nota de la exploración, pues eran estudiantes de medicina y hacían sus prácticas...

¡¡Joder!! Iban a practicar con mi pito, a lo mejor era el primero que veían... ¡¡¡pero qué idiota!!!, si ya tenían una edad... ¡¡coño!! ¡¡¡peor!!! Se lo contarían a las amigas ¡¡joder, joder, joder!! ¿¿Y si me las encuentro por la calle??...

De repente las tías se pusieron a cantar: "No me llames Dolores, llámame Lolaaaaaa..."

Se me nubló la vista de la impresión y caí redondo al suelo golpeando, en el trayecto, mi cabeza contra la camilla y...

Lo siguiente que recuerdo es a Rosa dándome tortas (con ganas) y diciéndome: "¡¡Despierta, despierta!!, ¿qué te pasa? ¡¡Estás sudando!!. ¡¡Vaya susto me has dao, joder!!. ¡¡No parabas de moverte y de decir tacos!!..."

Sí, fue un mal sueño, aunque con sentido, pues ir hoy en día a la Seguridad Social es una verdadera pesadilla.

Y no, no sé a qué iba yo al urólogo, pero me tiene intrigado. Podría resultar ser una preocupación producida por mi subconsciente... o un mal presagio... ¡¡Jod-der!! ¡¡Ya tengo tema pa darle vueltas!!...

(Absténganse los graciosillos, no estoy de humor)...

Salud.

6 comentarios:

Miguel dijo...

Bien, por esta vez no haremos leña del árbol caído, pero que conste que hoy me lo ha puesto MUUUY fácil.

Con respecto a lo de si "ídem" se acentúa o no, mi querido Balsica, ¿por quién me ha tomado?. ¿Es que no sabe consultarlo usted mismo en cualquier manual básico?, ¿o es que acaso empeñó los libros de latín para echarle gasolina a su vespino de segunda mano?. Como dijo Julio César: Aquila non capita muscas. Cuídese.

Sine ira et studio. Sr. Lunes.

BALSICA DE ACEITE dijo...

¡¡¡Coño!!! Si es er Mígue y yo to este tiempo engañao. Hay que vé qué malo e usté, hasiéndose pasá pol tío ese agriao que na má sabe que dá polsaco con las palabreja estirá. Habel-lo dicho ante y lavía hablao asín ante pa que mentendiera bién. Tié cojones el asunto, jeeeee, jeeeee...., me cagüenlaleche, qué jodío con las moscas del César y la duda de si irá al sine o al estudio, pos al sine es mejó, que dan una del Chul Norris recién estrená.

...Ahora en serio, mira que lo intento, pero no me sale la vena como antes, y menos si firmas con ese nombre, ¡¡ñññññ!! Haz el favor, o das caña y te señalas como te tienes que señalar, o me quedo apastelao.

...Y las águilas, pobrecicas, si no encuentran un carnero que echarse al pico, pues se tendrán que conformar con cazar y comerse las moscas, como los panchitos para los humanos, un aperitivo, carne es, ¿o no?, pues ya está, aunque sin cervezaaa..., pues a palo seco, qué más da, panchitos son, salaos, como Vd. y su santa y sus descendientes, salaos no, resalaos. ¿No lo ve? Me sale la vena melosa, joer!!! Culpa suya ná más.

Quousque tandem.

Salud.

Anónimo dijo...

¿Miguel?, ¿Y quién demonios es Miguel?, yo sólo conozco a uno que era manco y escritor... bueno y a otro que decía que le duele España (y llevaba la boina a rosca).

Aunque mi nombre de pila fuera ese, que lo dudo (la gente de mi clase social sólo usa nombres como: "Alfonso", "Ataulfo", "Álvaro" o "Felipe") ¿qué razones tendría usted para pensar que soy quien dice que soy?

¿Cuántas veces llega correo a su casa con el nombre equivocado? ¿Cuántas veces le llaman por teléfono y usted confunde a su interlocutor con otra persona?

Sabe, yo no tengo la menor idea de quién es ese tal Miguel, pero lo cierto es que debe tener algún tipo de fijación obsesiva con él, hasta el punto de que ahora confunde molinos con quién sabe qué.

"Mire vuestra merced —respondió Sancho— que aquellos que allí se parecen no son gigantes, sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos son las aspas, que, volteadas del viento, hacen andar la piedra del molino".

"Bien parece —respondió don Quijote— que no estás cursado en esto de las aventuras: ellos son gigantes; y si tienes miedo quítate de ahí, y ponte en oración en el espacio que yo voy a entrar con ellos en fiera y desigual batalla".

Cuídese.

BALSICA DE ACEITE dijo...

Mi quijotesco amigo, yo no sé quién es ese tal Miguel, esperaba que me lo explicara Vd. que fue quien firmó el mensaje como tal. Si estamos seniles habrá que hacer visita obligada al neurólogo.

Como bien dice, y le doy la razón sin que sirva de precedente, los de su clase no suelen tener nombres tan normales como ese y mucho menos apellidos como García, López, Rodríguez, Sánchez, etc. sino más bien de los impronunciables y acompañados de guiones y preposiciones. Es por eso, querido lumbreras, que no esperaba nunca que un aristócrata de su tamaño firmara nunca con un simple "miguel", además empezando en minúscula. Doy por hecho que sabe que es un nombre propio, por lo que le ruego encarecidamente mire al teclado cuando escriba pues denota cierta torpeza producida por una falta clara de estudios superiores en mecanografía.

Por último, sí, tengo una fijación obsesiva por ese nombre,... pero siempre precedido por el "San" (Miguel), con patatas fritas, almendras, panchitos o cualquier otro aperitivo de esos baratos.

Salud.

Montse Rius dijo...

Muy bien escrito este sueño, si señor. La verdad es que me ha enganchao por mis propias experiencias con la Seguridad Social últimamente y me ha sorprendido grátamente el final de la historia.

Espero que el sueño no sea un presagio de nada que se relacione con tu desnudo de cintura para abajo.

Besos.

BALSICA DE ACEITE dijo...

Gracias, gracias. Ya leí tu entrada al respecto y es que el tema Seguridad Social (la del estao, no el grupo) da para mucho.

Lo del presagio, chica ná, ya se me había olvidao.

Salud.