martes, 10 de octubre de 2017

4 AÑOS DE APRENDIZAJE

Cuatro, bonito número. No sé, a mi me gusta. Ahora, que me gusta más todo lo que he aprendido. 

Es posible que me haya endurecido un poco, pero la esencia sé que sigue.

No es malo endurecerse (no seáis cochinos, hablo de la personalidad, los sentimientos y esas cosas). Ahora tengo claro, o eso creo, qué quiero y qué no. Tengo mucho amor que dar y, simplemente, elijo a quién darlo.

Han sido cuatro años de desenfreno sexual, sin barreras, probando todo lo que se me ofrecía. Yo que sólo tenía ojos para mi Rosa... Quién me ha visto y quién me ve. Ahora soy exigente en todos los sentidos. No pienso conformarme con lo primero que aparezca, si es que aparece algo. 

Echo de menos los abrazos en momentos de bajón, pero no se puede tener todo.

He descubierto que el sexo sin amor no está mal. Y qué cantidad de mujeres, con todas sus letras, hay por el mundo. Mente abierta, al fin y al cabo, que no hemos nacido en una burbuja de la que no nos dejan salir. Hay que volar, mirar, probar, oler, lamer... SENTIR.

Aceptar a los demás como son para que nos acepten a nosotros y vivamos en armonía. No, no me he hecho hippy, me he hecho "aceptador", si es que existe la palabra. Y si no existe, me la suda... O sea... Lo acepto. 

Después de estas divagaciones, sólo queda decir que he aprendido grandes cosas, hasta de las tías que me habéis decepcionado. Si fueseis tíos os diría que la tenéis pequeña, la destreza también... Pero al ser tías, os diré que soy un tipo selectivo que acabó hasta los huevos de ser un calzonazos y ya no más, queridas mías. 

Iré contando mis aventurillas, que ya sabéis que estas cosas hay que contarlas, cuanto más exageradas,
mejor.

Salud.

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